Mi objetivo es que más mujeres se animen y empiecen a creer más en sí mismas
A pesar de los progresos realizados en los últimos años – no podemos dejar de mencionar que una mujer ocupa el cargo de vicepresidenta en una de las mayores economías del mundo – las mujeres en puestos destacados del mercado laboral siguen siendo escasas. En el área jurídica, donde trabajo, por ejemplo, un rápido vistazo a los segmentos más prestigiosos no deja lugar a dudas de que el escenario sigue siendo muy desigual para el género femenino en relación con el masculino.
Para hacerse una idea, nunca ha habido una presidenta nacional de la Organización de Abogados de Brasil (OAB). En el Supremo Tribunal Federal (STF), de los 11 ministros sólo dos son mujeres. En el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), sólo seis mujeres componen el equipo de 35 ministros. A pesar de ser mayoría en la OAB -en la franja de edad de 20 a 30 años representan el 64% de los miembros – las mujeres no suelen ocupar puestos de responsabilidad. Los grandes despachos de abogados sólo cuentan con un 34% de socias, mientras que el 57% de los miembros de la plantilla son mujeres.
Como mujer del nordeste de Brasil y mujer, a menudo fui el doble blanco de los prejuicios, pero nunca me dejé desanimar por estas y otras dificultades. Nací y crecí en Ipubi, una pequeña ciudad del interior de Pernambuco, que actualmente tiene una población de poco más de 30 mil personas, y, esquivando el pronóstico de una vida marcada por el estancamiento, emigré a Recife (PE) para estudiar Derecho. Allí también cursé un máster. Y hoy soy una de las cuatro mujeres postdoctorales en derecho fiscal.
Cuando ya había hecho una carrera de casi 30 años como auditor en la Hacienda Federal, decidí volver a desafiarme a mí mismo y abrí un bufete de abogados fiscalistas, que hoy opera en Recife y en la capital de São Paulo. Realizada personal y profesionalmente, comencé a preguntarme por qué más mujeres no podían sentirse tan plenas como yo y empecé a desarrollar un trabajo, como conferenciante, que busca despertar a las mujeres a su potencial, mostrando que pueden conquistar cualquier posición que deseen.
Pero para ello necesitan, sobre todo, adoptar una postura firme. Si, por un lado, el mundo es machista y hay cierta resistencia a acoger a las mujeres en puestos de mando, por otro, muchas mujeres aceptan esta condición de forma pacífica. Mi objetivo, pues, es animar a más mujeres a ser valientes y a creer cada vez más en sí mismas. Tener confianza en sí misma y autoestima son dos de las características más importantes que las mujeres deben cultivar para conseguir siempre lo que desean, tanto en el ámbito profesional como en el personal.
Comprender el propio potencial es también de suma importancia para que las mujeres sepan aprovechar las oportunidades que no dejarán de brotar en un mundo transformado intensamente por la pandemia y por los avances tecnológicos.
Este nuevo mundo exigirá a los profesionales, por ejemplo, características que abundan en las mujeres, como la creatividad, la sensibilidad y, sobre todo, la flexibilidad y la multifuncionalidad, ya que será cada vez más necesario ajustarse al momento, evitar centrarse en un solo asunto y ser capaz de realizar varias tareas en distintos sectores. En este sentido, las mujeres deben estar atentas para percibir las oportunidades cuando aparecen y tener la confianza en sí mismas para desempeñar las nuevas funciones de forma competente y eficaz.